¿Una nueva Argentina?

(Diario La República, 28 de abril de 2004)


Un megaplan de seguridad que no tiene precedentes desde la redacción de la Constitución Argentina de 1853, pretende entrar en funcionamiento.

En la ópera rock que relata la biografía de Evita Perón, aparece con mediana claridad el momento en que la protagonista se comienza a hundir en la ineficiencia y la demagogia.

Cuando Evita ya se encuentra enferma tiene la oportunidad de bailar un vals simbólico, con un protagonista simbólico que vendría a ser Juan Pueblo, y que en la obra lo denominan "Che". Juan Pueblo increpa a Evita la brutal demagogia, la ineficiencia institucional, y le pregunta cuánto tiempo puede durar esta pantomima.

Evita responde que el desastre es tan inmenso que ni que viviera 100 años, tendría la menor posibilidad de arreglarlo, para el caso que supiera cómo, y le pide que se baje de su alto caballo, y piensa que después de todo lo único que puede ofrecerle a su pueblo es una estrella política de cierta calidad.

Muchos años después, el actual presidente Kirchner, parece estar siguiendo otros rumbos, y a pesar de las dificultades por primera vez en muchos años, desde la época de Evita Perón, parece que alguien quiere tomarse en serio el problema de las instituciones argentinas, y su proyección sobre la opinión pública y el desarrollo económico. Algunas de las medidas que se proponen.

Se unifican los fueros federales, de instrucción, corrección y penal económico, por lo que dejará de existir la justicia federal. Se impulsa la creación de juicios por jurados para delitos castigados con más de seis años de prisión. Habrá concursos públicos para que cualquier ciudadano pueda ocupar el cargo de comisario, entre otras funciones.
Se introduce la figura del "sheriff", al presentar ciertas comisarías a la elección ciudadana.

En la ciudad de Buenos Aires se crea una fuerza comunitaria de 1.500 efectivos. Su director es elegido por el voto popular. Se incluye la figura del arrepentido para todos los delitos, por lo cual se puede transar en materia penal, y así obtener una mayor eficiencia en lucha contra la gran delincuencia. Se crea también programas de protección de testigos para todos los delitos. Se extiende la figura de asociación ilícita a delitos vinculados con el orden público y en el que estén vinculados funcionarios.

La reforma introduce proyectos que hace años que están en las Cámaras en trámite, siendo el más viejo de ellos el de los jurados populares que hace 150 años que los argentinos dispusieron en forma urgente en su texto constitucional y que todavía está esperando su introducción al mecanismo institucional.

La mayoría son instituciones específicamente designadas para luchar contra la corrupción, particularmente el jurado popular y la ley de arrepentidos. Muchos se preguntan cómo se esperó tanto tiempo para hacerlas entrar en vigencia, y siendo instituciones diseñadas para luchar contra la corrupción, al no estar vigente sucede lo inevitable: hay corrupción. El disparador fue el movimiento social y político que respondió a la tragedia de la familia Blumberg (un hijo de la familia fue secuestrado y asesinado) y una marcha de doscientas mil personas el 1º de abril, reclamando una mayor seguridad y un mínimo de moralidad, cuyos ecos recorrieron el mundo. En los medios judiciales y policiales, existe, desde luego un cierto escepticismo nutrido por la lógica esperanza que si se pudo evitar la aplicación del sentido común durante 150 años, podría quizás evitarse otros cien o doscientos años más, en cuyo plazo, ni siquiera existiría la Argentina como país.

El escepticismo, sin embargo, tiene sus fundamentos. Las profundas y serias reformas que se introducen apenas cuentan con actores que tengan mínimos conocimientos para aplicarlas.

Por sólo plantear las más enérgicas, la ley de arrepentidos y los jurados populares requieren jueces, abogados y fiscales con conocimientos de estos tipos de procesos, que, o son muy escasos o no existen.

Las facultades de Derecho tendrían que presentar con urgencia planes de cooperación con el proyecto, que no se han materializado al menos por el momento.

Pero a la hora de hacer las cosas con responsabilidad y eficiencia, nadie dijo que las cosas fueran fáciles.

Si hemos de hacer caso al diálogo entre Juan Pueblo y Evita Perón, en la famosa ópera Rock, habría que acotar que quizás no haga falta vivir cien años para enderezar una nación.

Los países como las personas tienen un destino, y cuando lo encuentran el camino es más fácil y rápido de lo que suele ser. Si leemos la sabia Constitución Argentina de 1853, pensamos que el destino de nuestros hermanos argentinos puede ser mejor de lo que suponemos, y seguramente su actual dirigencia está marcando la dirección correcta.

Carlos Aparicio