Tabaco y Gobierno

(julio 2010)



Un nuevo enfoque de un tema tradicional, y una nueva forma de plantearlo puede llevar a Uruguay ante los Tribunales y opinión pública Internacionales.

El consumo de tabaco, iniciado en América precolombina, se difundió en todo el mundo, y siempre ha generado discusiones mas o menos acaloradas sobre su conveniencia.

La gente fuma en general porque ve en el tabaco y tranquilizante suave, disminuye el apetito, y genera un cierto placer. Recientemente un estudio del Prof Dirk Taubert y sus colegas del Hospital Universitario de Colonia (Alemania) publicado en Archives of Internal Medicine,, señala una cierta influencia beneficiosa en la prevención del Parkinsons entre los fumadores, pero puede no ser fiable, es poco conocido y en todo caso no influye significativa en la decisión de los consumidores de tabaco.

Por otro lado, parece haber evidencias claras que el hábito de fumar pasados ciertos niveles disminuye la expectativa de vida de los fumadores hasta en 10 años. Influye en forma negativa en la presión arterial disminuyendo el oxígeno que metaboliza el organismo, también en la salud pulmonar y en las posibilidades concretas de enfermar de cáncer (aunque hay muchas personas que mueren de cáncer al pulmón sin que nunca hayan probado un cigarrillo). Todos estos hechos son objeto de decisiones de los consumidores, como todos los consumidores de productos no saludables como los chorizos (colesterol y presión); morcillas y asado, sino fuera por un detalle: el tabaco es una de las drogas mas adictivas que se conocen, en base a un alcaloide llamado nicotina, que es un veneno que ha sido (y es) usado como insecticida.

Como muchas personas inician su hábito siendo menores de edad, pueden tener dificultades para abandonarlo. La nicotina tiene un síndrome de abstinencia muy fuerte aunque breve (unos 10 días) pero permanecen hábitos sicológicos durante años.

El tema además se complica, ya que existieron intentos de obtener hoja de tabaco sin nicotina por medio de cruzas selectivas y manipulación genética, los cuales fueron torpedeados por las grandes empresas productoras, que incluso llegaron a enriquecer cigarrillos con nicotina para asegurarse su clientela. Hace ya muchos años que se vienen presentado ante la Justicia, sobre todo en los Estados Unidos, demandas contra las tabacaleras, al punto que es una especialidad particular que se forma en las facultades de derecho de ese país, el de la litigación antitabaco.

Como la mayoría de las decisiones en esta materia la toman jurados populares, los juicios han tenidos mucha notoriedad y han implantado condenas millonarias a las empresas.

Una novela famosa de Grisham, trata un caso de litigación antitabaco: Runaway Jury, traducida al español con el título de El Jurado.

De la misma se hizo una película que tuvo muy buena taquilla.

Si bien la novela es extensa y compleja, la institución del jurado sale muy bien representada, y en definitiva triunfa la justicia con enormes indemnizaciones que deben pagar las empresas del sector.

Claro que los argumentos que se manejan en una sala de audiencias de jurado popular no son los mismos de los corredores de los ministerios y las cosas quedan un poco al revés.

Los jurados piensan que los consumidores no son idiotas, y que tienen el derecho a consumir lo que se les ocurra con tal que estén informados. De allí surge la necesidad de estampar advertencias en la cajilla, las cuales son un salvaguarda de los productores, y un medio de conocimiento del consumidor.

Se quedaría todo el mundo estupefacto de la reciente discusión que está dando en Uruguay sobre el porcentaje que debe ocupar esa advertencia en el envase. El problema es que el consumidor esté informado adecuadamente que el producto que piensa consumir puede ser dañino para la salud y no parece que sea necesario que la totalidad de la cajilla esté revestida de argumentos de estilo publicitario antitabaco.

Además debería revisarse el contenido de la advertencia, que parece dirigida a idiotas. Podría aprovecharse ese espacio para poner mas estadística, y opiniones de científicos que lo conviertan en definitiva en algo más convincente.

Uruguay ha entrado en un tema sanitario, pero sobre todo jurídico, quizás sin suficiente preparación, pero con muy buenas intenciones.

Las multinacionales tabacaleras, no son exactamente el tipo empresarial del Siglo XXI, pero no debe olvidarse que e el tema, es una figura importante el humilde consumidor de tabaco adulto, si está debidamente informado del producto que está consumiendo, tiene el derecho a ser respetado y tratado en un plano de igualdad, exactamente como todas las personas.

Carlos Aparicio


Comentarios sobre la nota

Querido "conjurado" Carlos:

Tu texto me parece muy claro y equilibrado.

Comparto también tu observación sobre el maltrato o menosprecio que implica para los usuarios los chocantes textos e imágenes en las cajillas.

Me los explico como una pretensión de "paternalismo" del gobierno sobre los usuarios. Trato ilegítimo porque, si los usuarios y consumidores tienen derechos no deen ser tratados como minusválidos sino como titulares de derechos.

También me explico ese paternalismo por provenir del gobierno de un médico. Bien conocemos en Uruguay el tradicional paternalismo de la profesión médica, al que el Dr. Vázquez no es ajeno, sino un fiel exponente.

Esa misma actitud es la que explica el enfoque rígido, intransigente, en el manejo del conflicto con la multinacional tabaquera. En cambio, el actual Presidente está demostrando la cintura, flexibilidad y aptitud negociadora que le faltaba al gobierno anterior. Ha quedado palmariamente claro tanto en el conflicto con Argentina, como ahora en la negociación con Philips Morris.

El problema no está, por cierto, en el porcentaje de ocupación de la cara de las cajillas con imágenes y textos terroristas (y de bastante mal gusto), ni siquiera en permitir o no la impresión de textos como "light" o análogos. Estos son aspectos superficiales esencialmente negociables.

La verdadera lucha contra el tabaco, como contra el alcoholismo y la drogadicción sólo tiene alternativas positivas si pasa por la educación, la información y el respeto al usuario y consumidor como sujeto de derechos. Y, por supuesto, por el apoyo material con el consiguiente gasto público para ayudar a superar el vicio a quien tenga voluntad de hacerlo, a menos que consideremos al consumo como delito... (a alguien se le ocurre volver a la ley seca, perseguir penalmente al consumidor de estupefacientes ... o de tabaco?)

Si realmente se quiere hacer una acto de gobierno valiente contra las tabacaleras y el tabaco, no te parece que debiera ser que el Estado Uruguayo (como lo ha hecho USA) inicie juicio contra las tabacaleras multinacionales y nacionales por los gastos sanitarios en el tratamiento de los enfermos del tabaco? Me pregunto y te pregunto, si los jueces oficiales togados y normativistas llegarían a condenarlas...

Dr Fernández Vicente


Dr. Carlos Aparicio:

Ley su nota en el diario la República y estoy totalmente de acuerdo, soy un abuela de 70 años y fumo desde los 20 y me molesta que casi al final de mi vida me prohiban fumar y que me traten como si fuera un fumadora de pasta base. Es más estoy totalmente de acuerdo que uno es libre de tomar sus propias decisiones sobre su vida y como la lleva a cabo. Las etiquetas son realmente entre graciosas y mal intencionadas. Ejemplo hay una que aparece un cuerpo de un hombre desnudo con el dedo pulgar hacia abajo, mi nieta de ocho años me preguntó que significaba eso y me quedé sin poder contestarle, porque a mi nunca me gustó mentirle a mis hijos y mucho menos a mi nieta.

Saludo a Ud. y aplaudo su valentía para poder decir lo que fumadores pensamos. Muchas gracias.

Norma Fernández