Una industria que le cuesta arrancar
(Diario La República, julio 2007)
Un estilo de marginados a principios del siglo XX, formó una cultura de los arrabales que congregaban inmensas masas de emigrados campesinos derrotados en los conflictos civiles y económicos de fines del siglo XIX. En un destino azaroso y conflictivo, el tango tuvo un meteórico ascenso hasta convertirse en la cultura de las clases acomodadas del Río de la Plata y conquistar una clientela mundial en los países mas ricos del planeta.
¿Qué pensaban las clases medias del tango a principios de siglo?
El Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, una obra monumental de 25 inmensos volúmenes mas ampliaciones, responde al iluminismo latinoamericano de la época y fue lanzado al público en 1925. Sobre el tango no dice casi nada. Solo lo define como: "una canción gitana".
En esa época quien se acercaba a Buenos Aires por la calle Corrientes, al entrar a las zonas que se consideraban "bien", alguien había puesto un letrero que decía: "A partir de aquí está prohibido danzar tango."
Como sucede en otros muchos aspectos de la cultura popular, el arte no avanza por prejuicios ni reglamentaciones y el tango dio lugar a una cultura particularmente emparentada con la pobreza, y de ella surgieron poesías inmortales que pueden rivalizar con las mas refinadas muestras de la cultura universal.
Una cultura surgida del dolor de la pobreza y los cambios necesarios para enfrentar la vida de nuevo industrialismo corporativo que triunfaba estruendosamente en el Río de la Plata y el mundo latinoamericano.
Pero quien comprenda los orígenes del tango y la milonga, está aún muy lejos de entender los contenidos actuales de esas formas de expresión popular.
Quien va a una tanguería moderna, buscará en vano el "taita" de los grupos de matones malevos, al mismo malevo o la prostituta con el puñal debajo de la pollera, o el mundo gris de los mamados típicos de las letras tangueras.
Por el contrario, una tanguería tanto en Buenos Aires como Montevideo es un verdadero modelo de corrección ciudadana, un lugar donde se bebe poco alcohol, donde es imposible encontrar un bebedor borracho, donde las damas (muchas de ellas turistas internacionales) actúan con una irreprochable corrección, y visten con sobriedad. La verdad que cuesta mucho vincular este ambiente, con las propias letras de las canciones que de alguna forma presiden estas reuniones.
La tanguería es solo el barco insignia de una nueva y pujante industria, que aglutina no solo al público mencionado sino a una ingente cantidad de profesores de tango y danza, taxi dancers, venta y arrendamiento de ropa de época, alquiler de casas y apartamentos para aficionados que vienen del exterior, músicos, cantantes, poetas y muchos mas interesados que actúan armónicamente movidos por un interés público realmente importante a nivel internacional.
Los violentos cambios de mediados del siglo XX, afectaron desde luego al tango, como a muchas otras cosas, y esta vez, para mejorar.
El tango dejó de ser la cultura de la pobreza y la marginación, lugar que fue ocupado por la cumbia villera, y formas culturales asociadas.
Eso hubiera significado la extinción del tango como fenómeno de multitudes, sino fuera, porque apareció otra función tanto o mas importante que la que había desarrollado en un principio: la cultura de la soledad.
El tango pasó a ser la respuesta a la soledad, que se convirtió en un fenómeno masivo de fin del siglo XX.
El sicólogo Ricardo Hernández, no por casualidad también profesor de tango dice: "El tango tiende a convertirse en un complemento necesario de la cultura de la clase media en el siglo XXI, por factores ajenos al propio proceso cultural tanguero".
El hecho crudo es que el tango, en Buenos Aires, mueve una industria millonaria en dólares, aparentemente dependiente del turismo pero en realidad alimentando al turismo, ya que el visitante del primer mundo viene a ver y a practicar el tango, y en segundo lugar a las demás atracciones, si es que existen.
El Gobierno Porteño estima que en el 2006, la industria del tango produjo 400 millones de pesos, esto es mas de 120 millones de dólares en el volumen comercial de la ciudad de Buenos Aires (La Nación 14 de junio de 2007)
La oferta cultural relacionada con el tango alcanzó en 2006 hasta 52 espectáculos por semana. A ello corresponde sumarle el auge de las escuelas que brindan lecciones de tango o imparten estudios, así como el funcionamiento de las milongas que funcionan los siete días, sin pausa.
Nada de esto sucede en la tranquila Montevideo, donde la tanguerías se agitan para una moderada demanda local, sin llegar al turismo internacional. Esto sucede incluso en verano, en cuya estación las ventajas comparativas uruguayas son enormes casi aplastantes.
Los argentinos ven a Uruguay con preocupación: es la tierra de los grandes cantantes y músicos del tango: La Cumparsita es uruguaya; Julio Sosa, también es uruguayo; y nada menos que Carlos Gardel es uruguayo. Pero los dólares parece que son argentinos.
Esto es algo que hay que revertir. Por lo menos debería formarse una cámara de las pequeñas empresas del sector, de profesores y gente interesada en el tema, y lanzar una página Web, en español, inglés y aleman. Es una pequeña inversión para obtener un gran rédito, y puede ser una idea para los interesados y eventualmente para el Ministerio de Turismo.
Después de todo, no solo de Botnia, vive el hombre.
Carlos Aparicio