Calabozo fácil
(noviembre 2008)
Las políticas de seguridad basadas en el gatillo fácil son conocidas, pero se habla muy poco de las políticas de seguridad basadas en el calabozo fácil, a pesar que las consecuencias son devastadoras.
El actual gobierno frenteamplista, comenzó con una sana preocupación por la situación humanitaria en las cárceles, y concluyó (con razón) que una parte del problema era disminuir la población carcelaria.
Pero el método elegido no fue el mejor, básicamente, se trató de liberar a personas que hubiesen logrado reformarse y prepararse para la vida civil. Como no existe ningún mecanismo para revisar estos hechos debió conformarse con ampliar el sistema de libertad anticipada, con el que se premian a los “buenos presos”, que no necesariamente significan buenos ciudadanos.
En el interín se continúa dispensando el “calabozo facil”, para una serie de delitos leves, o que al menos no reúnen el consenso social mínimo para la criminalización de las conductas. Los delitos discutibles.
Básicamente estos son el aborto, el consumo plantación y tráfico de marihuana y otras drogas blandas, el exceso en la legítima defensa, y la legítima defensa preventiva entre otros.
En esta nota, nos proponemos tratar el aborto fuera del contexto filosófico, para ir al más práctico, del contenido de las actitudes y las personas.
Las dos posiciones en pugna, tienen un actitud humanitaria en cuanto a las madres, que además son generalmente jóvenes e inexperientes.
Los adversarios de la ley de salud reproductiva, si bien hablan muy tiernamente de estas madres, concluyen con seguridad que la solución es el calabozo inmediato para ellas.
En los hechos mandarlas presas.
También parteras y proveedores de alambres y elementos para abortos en pésimas condiciones.
Los médicos dificilmente van presos porque normalmente se afilian a una industria pequeña pero muy próspera del aborto clandestino, que previo pago de un cifra adecuada (se habla de 1500 USA), se hace el aborto en perfectas condiciones de seguridad.
Como esas clínicas llegan a hacer docenas de operaciones diarias, esta industria florece al calor de necesidades sociales muy visibles.
En realidad todo el cuerpo médico conoce muy bien donde están estas clínicas, y orientan a sus pacientes hacia las mismas cuando es necesario.
Muy posiblemente cuando el aborto sea legal, será igual un “acto médico”, y muy posiblemente el galeno que intervenga, si no tiene objeciones de conciencia, cobrá un estipendio que necesariamente será mucho más modesto.
El problema en sí del aborto es mucho mas modesto de lo que se pretende hacer ver. Durante las primeras semanas no hay un ser humano viable, y el feto no es una persona jurídica ni sujeto de derecho.
Pero la madre y todo el entorno familiar que la rodea y eventualmente la apoya si que tienen derechos, y la madre, por joven e inexperiente que sea no es un container para llevar en su interior los productos que una sociedad antiliberal desea que lleve. La vida es demasiado dura aún para vivirse en forma normal, ni que decir para empezarla amargando la vida nada menos que de la madre. Ella es la que debe decidir en qué circunstancias va a tener su o sus hijos.
En el tema de la salud reproductiva del siglo XXI, interesa la calidad de la descendencia y no la cantidad. Este será un porvenir, que, parafraseando al poeta Miguel Hernández, un porvenir de muchachas y muchachos que no dejarán desiertas ni las calles ni los campos.
Carlos Aparicio