Dos industrias en crisis

(Diario La República, 7 de febrero de 2001)


La última novela de Grisham se ha convertido en un Best Seller mundial. Si bien el tema principal es la actividad de la industria tabacalera, es alarmante la descripción de la industria jurídica en los Estados Unidos. La novela de Grisham (John Grisham, El Jurado, Ediciones B.S.A. Barcelona), 600 páginas de abigarrada literatura, se leen con interés y conducen a demostrar el ocaso de la industria tabacalera, que ya seguramente no verá los esplendores de antes, aunque uno no termina convencido que la venta de tabaco debiera ser prohibida en definitiva.

El mérito de la novela que justifica su éxito masivo, radica en que la trama se desarrolla en el ambiente legal de jurado civil en el estado de Missisipi de los Estados Unidos. El segundo mérito de la novela, es que el autor no es para nada un reformador político o social, y demostradamente le interesa un bledo el funcionamiento de la justicia, lo que le otorga a la obra la calidad de un testimonio particularmente interesante, cuando el tema del funcionamiento de los jurados civiles y la justicia en general, es mucho más importante que el problema de los cigarrillos.

El jurado civil es particularmente interesante para los países subdesarrollados, por el hecho de que todos los países que incorporaron el jurado civil en sus instituciones son hoy en día países desarrollados.

Hay, desde luego, países ricos que no tienen jurado civil, pero todos aquellos que tienen jurado civil son ricos. Esto es claro, y es una regla curiosa por el hecho de que no tiene excepciones. Lo que no es claro para nada es la compleja cadena de hechos en cuanto a psicología social, formación de consenso jurídico y político, defensa de minorías, actitud ante la economía y las instituciones democráticas, que conducen en definitiva a una estabilidad sólida y al desarrollo económico.

El jurado no sale mal parado en la obra de Grisham. En definitiva, se hace justicia, parece triunfar la paz. Aparentemente, sin proponérselo, se define dentro de la novela una crítica muy dura a los abogados y los juristas en general quienes aparecen casi sin excepciones como un conjunto de bandidos sedientos de dinero y con ningún compromiso con el bienestar general.

El testimonio de Grisham, tiene el apoyo de varios cientos de miles de lectores, que lo hace bastante creíble, pero aun así no conduciría a la preocupación, sino fuera porque coincide con algunos enfoques muy respetables sobre el problema.

Quien fuera decano de la Facultad de Derecho de Yale, Anthony Kronman escribió una obra cuyo título es sintomático "El abogado perdido; los ideales fracasados de la profesión jurídica" allí se denuncia una crisis de los valores que están en el centro de la abogacía, que no es simplemente un técnico sino una persona de prudencia y sabiduría práctica, que incluye el ideal del abogado como hombre de estado. La Profesora de Harvard Mary Ann Glendon, en su libro "Una nación bajo los abogados; como la crisis en la profesión jurídica está transformando la sociedad americana", se suma a las afirmaciones de Kronman, y expresa que algunas afirmaciones radicales han adquirido respetabilidad y prominencia, y a veces son dominantes en la cultura jurídica: que vivimos en un estado de abogados no de derecho; que la constitución es un viejo texto que dice lo que se le ocurra a los jueces; que todas las reglas, incluyendo reglas de ética profesional son infinitamente manipulables; que el derecho es un negocio como cualquier otro y tiene como única restricción el auto interés.

Como puede verse no solamente la novela de Grisham, sino un sector muy importante y distinguido del foro norteamericano denuncia una grave crisis.

Posiblemente haya algo de exageración en todo esto, porque la inmoralidad parece comprender todavía una minoría, que se ve limitada por la publicidad de las audiencias y por los jurados populares. Así pasa en la novela de Grisham. En realidad también los jurados precisan de la profesión jurídica para sobrevivir, y si bien hoy en día no se encuentran en peligro en los países desarrollados, lo estarán si la crisis en la profesión jurídica se mantiene y el problema de valores se profundiza.

El mensaje para América Latina, como en muchas otras cosas, es parcial a la parte anecdótica ya que aquí se sigue rindiendo culto al secreto procedimental. Las ideas del elitismo, el secretismo y el escrituralismo fueron derrotadas parcialmente en Uruguay por el Código General del Proceso en la parte civil, son constantemente rechazadas en la parte penal. Recientes medidas de la Facultad de Derecho parecen reintroducir en la enseñanza jurídica futura un verdadero culto por el secreto y la escritura. En definitiva, en un trabajo reciente de la revista de la Facultad de Derecho (Aparicio, C. - Derecho y Desarrollo Económico) se dice una verdad que si bien pensada para los países subdesarrollados puede ser pensada para todo el mundo, incluso los desarrollados: Los sistemas de derecho pueden producir desarrollo o estancamiento, y el Estado puede convertirse en el obstáculo más formidable al cambio desarrollista.

De cualquier forma, si los juristas no proporcionan a sus pueblos la posibilidad intensamente deseada por estos de emerger al desarrollo económico y social, los juristas quedarán reducidos a un papel insignificante en las nuevas sociedades.

Carlos Aparicio